El viernes 7 de octubre de 1966 el huracán “Inés” azotó la península de Yucatán, a este puerto y a sus comisarías, que fueron desalojadas por primera vez por su magnitud.
58 años después, en la misma fecha, “Milton” rozó las costas yucatecas e inundó los puertos del poniente y oriente. En Progreso se habilitaron refugios temporales para las familias afectadas.
El profesor Wilbert Gil Cobos, quien en aquel entonces tenía 23 años de edad, y el abogado Manuel Muñoz Silva, quien cursaba la secundaria con 13 años, en entrevista con el Diario, relatan lo que vivieron con “Inés” cuando el municipio apenas tenía una población de 15,000 habitantes, cuyo alcalde era Manuel Pardío, mientras que el gobernador del Estado era Luis Torres Mesías.
Gil Cobos rememora que era regidor suplente de Manuel Pardío y colaboraba con el Ayuntamiento en sus ratos libres de la docencia, profesión que ejercía desde los 19 años.
Tras la noticia de “Inés”, “que venía muy fuerte y muy peligroso, llegaron autobuses para desalojar a las familias, el gobernador personalmente visitó esta ciudad y a los puertos de Chelem y Chicxulub para sacar a la gente y llevarla a Mérida, a la Casa del Pueblo y otros albergues. Fue la primera vez que Progreso fue desalojado por un ciclón”.
“Recuerdo que el alcalde dio el día a los empleados municipales para que protejan a sus familias; mi mamá empacó ropa y junto con mi hermana abordamos un autobús y nos fuimos a Mérida. Mi papá lo hizo después. Cuando pasó ‘Inés’ retornamos al puerto para ver los daños causados por el huracán y reanudar las actividades”.
Traslado de porteños
Por su lado, Muñoz Silva tiene presente que el alcalde y el gobernador alertaron a la gente de “Inés” y se organizó el traslado a Mérida de las familias por medio de los camiones y el tren que unía a Progreso con la capital yucateca.
“Progreso tenía 15,000 habitantes, al sur llegaba hasta la calle 33, todo lo demás era ciénaga, manglares. Al norte estaba la playa y la franja costera era muy angosta”.
“El gobernador y el alcalde temían que por el huracán el mar y la ría se unieran y causaran inundaciones. Por eso ordenaron la salida de los pobladores”.
Relata que por el oriente finalizaba hasta la calle 2, hoy 52, luego seguían los cocoteros y Chicxulub, que en ese entonces quedaba lejos. No existía la colonia Benito Juárez, los límites eran hasta la colonia Ismael García, donde vivía con su mamá y hermano.
En el poniente el puerto llegaba hasta la colonia Vicente Guerrero, donde estaba el rastro, por el cementerio. A la colonia lo conocían como La Bondojo, habitado por familias de pescadores, mientras que la Francisco I. Madero era conocida como la colonia Huacha, donde vivían familias foráneas.
No existía el puerto de abrigo de Yucalpetén y a Chelem se iba por toda la calle 29. Los barcos pesqueros no tenían donde refugiarse, fondeaban frente La Pescadora, los cuales en su mayoría eran propiedad de don Pepe Alonzo, “El Gallego”, muchos se dañaban por las marejadas y vientos.
Luego del fenómeno, Muñoz Silva, su mamá y hermano retornaron a Progreso en tren que abordaron en Itzimná, en Mérida.
Daños tras impacto
Cuando arribaron vieron que los daños causados fueron postes de luz caídos
El malecón, que tenía su barda recta, no fue destruido, solo se deslavó parte del cimiento. Tampoco había restaurantes y hoteles cerca de la playa.
“Fue una experiencia inolvidable, que aunque no estuve en el puerto el día que azotó ‘Inés’, creo que de categoría cuatro, el gobernador y el alcalde de aquella época se preocuparon por proteger a las familias”.
“El saldo fue blanco, no hubo muertos ni pescadores extraviados, pues escucharon el mandato de las autoridades”, concluye.