Desde hace más de una década, Catia Lattouf de Arída ha dedicado su vida a rescatar y cuidar colibríes heridos y huérfanos en su pequeño departamento, que ha habilitado como un hospital en la Ciudad de México, para después liberarlos como una forma de expresar su respeto y amor a la vida de estos animalitos.
Para mí el respeto a la vida animal ha sido desde pequeña, porque yo fui boy scout (y) lo que les enseñan, lo primero, tenía siete años, amar a las plantas y a los animales quiere decir ama todo lo que es vida, no porque las plantas tienen vida los animales tienen vida, es una cosa que quedó incrustada en mí”, dice Lattouf en una entrevista.
A sus 73 años, ha dedicado los últimos 11 a salvar las vidas de estos animalitos luego de haber superado el cáncer de colon, que no solo le ha llevado a interesarse por los colibríes, sino también por ayudar a las personas que son diagnosticadas con alguna neoplasia.
Su departamento, ubicado en Polanco, se ha convertido en una especie de hospital y santuario para estas místicas aves, que tienen un poderoso significado espiritual en la cultura maya, ya que representan la resurrección de las almas.
A este pequeño espacio llegan estas aves, muchas veces moribundas, donde son examinadas, curadas y rehabilitadas por Catia y su asistente Cecilia, quienes las cuidan hasta que pueden volver a volar por sus propios medios.
Sin embargo, el lugar también es un lugar para aquellas aves que no logran recuperarse, y nunca más pueden volar, por lo que Catia habilitó un espacio donde reciben la atención pertinente hasta que mueren.
“Ningún colibrí se mueve sin despedirse de mí, entonces toda la noche no pasa nada (pero) en la mañana, lo veo, lo agarro en mi mano me ve, agoniza y se va (muere) en mi mano”, asegura.
Primeros pacientes
Mientras alrededor de ella sobrevuelan una veintena de colibríes, cada uno con su propio nombre, Catia cuenta que empezó a rescatar colibríes justo en medio de su lucha contra el cáncer cuando llegó a ella Gucci, un colibrí bebé que una señora encontró en la calle lastimado y con el que, tras su cuidado, empezó a tener una conexión especial.
Aunque no sabía nada de colibríes, contacto a un amigo veterinario quien le fue explicando todos los cuidados que necesitaban estas aves, los medicamentos que debía proporcionarles, la comida que debía darles y en general todos los cuidados.
“Aprendí a cuidar los colibríes, investigué, hablé con biólogos en el mundo y que no sabían mucho de colibríes”, asegura.
Poco a poco, cuenta, fue llenándose de información y su fama de rescatista fue de boca en boca hasta que un día un par de jóvenes le llevaron un colibrí para que lo ayudara y, al ver todos los cuidados y experiencia que tenía, hicieron un video que se viralizó en la plataforma Tik Tok.
“(Hoy) hasta hago coaching a Perú, a Guatemala, a Argentina, a Chiapas, a Monterrey. (Me dicen) ‘encontré un colibrí ¿qué hago?’ Entonces le tomo como consulta, vídeo, WhatsApp (le doy) consulta al colibrí, si está estrellado, si es bebé (les digo) qué ponerle abajo, cómo arreglar el palo, la caja, el sol, la alimentación hago el coaching y muchos de ellos sobreviven”, dice contenta.
El mes pasado, dice, tuvo en rehabilitación a 50 colibríes, una cifra que antes del vídeo en Tik Tok, no hubiera imaginado tener.
Catia se apoya además de “Terraza Colibrí” un lugar en el sur de la Ciudad de México a donde llevan a las aves rehabilitadas por ella y las liberan.
Crear conciencia
Si bien el principal objetivo de Catia es rescatar y rehabilitar a la mayor cantidad de colibríes que le sea posible, para ella el mensaje más crucial es hacerle entender a la gente la importancia de estas aves en el ecosistema.
“El mensaje más importante es decir a la gente (que debe) cuidar a los polinizadores, las plantas nativas, que no me diga yo vivo en un depa, no tengo jardín”, resalta.
Actualmente, dice, los colibríes se encuentran en peligro de extinción, pues son privados de su libertad para realizar rituales o simplemente para mantenerlos en cautiverio lo cual es parte de la ignorancia sobre esta especie.
Señala que el colibrí “es un gran polinizador” en el planeta, y si llegan a faltar, más del 2 % de la población mundial sufriría las consecuencias, ya que esta especie poliniza más que las abejas, los murciélagos y las mariposas.
Finalmente, recomienda que si la gente quiere poner un bebedero a los colibríes en sus casas, pueden hacerlo realizando un néctar casero mezclando una parte de azúcar blanca en cuatro de agua, además de siempre tener limpio y en óptimas condiciones el recipiente.
“Mi mensaje va a la humanidad entera que seamos polinizadores (…) que comparta yo mis dones con los demás (…) tengo que compartirlos y ayudar a los demás”, concluye.
Con información de EFE